Previo a ese desempate, se habían jugado otro dos partidos. Uno en La Plata, con victoria por 2-1 para Estudiantes, la noche inolvidable de un gol maradoniano (o si se quiere, veroniano) de la Bruja. Y otro en San Pablo, donde el equipo de Don Osvaldo cayó 3-1 en el Pacaembú y eso le dio origen al desempate.
Si la Copa Libertadores es brava en toda su dimensión, aquella lo fue más todavía. Para llegar a ser el rey de América, Estudiantes tuvo que atravesar un camino difìcil, con batallas ante equipazos argentinos como Independiente y Racing, que era el defensor del título y además el equipo campeón del mundo. En total, fueron 11 triunfos, dos empates y tres derrotas.
En la primera etapa compartió el grupo con dos equipos de Colombia, Deportivo Cali y Millonarios, y con Independiente.Terminó invicto, con cinco triunfos y un empate (ante Millonarios en La Plata). Y se clasificó para los cuartos de final, que se disputaba en una zona de tres. Allí volvió a cruzarse con Independiente y con Universitario de Perú. Al Rojo le volvió a ganar las dos veces y con el equipo peruano perdió allá y ganó acá. Así logró el pase a la semifinal.
Contra Racing, el equipo de José, de Basile y Cía., fueron tres batallas impresionantes. La primera fue derrota 2-0 en Avellaneda, hubo dos goles de Verón y uno de Fucceneco para la victoria por 3-0 en la revancha y otro más de la Bruja para el 1-1 jugado en la cancha de River. De ahí a la final, a la gloriosa final, a este 16 de mayo que hoy llena de orgullo a la familia de Estudiantes.
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